Hace dos semanas estuve bastante enfermo la verdad e hice lo que suele hacerse, ir al medico. Al comienzo de la consulta me pregunto como me sentía que me dolía y que lo era ese dolor, lo típico.
Pues bien al terminar la revisión me dio la dirección de un centro de salud para ir a hacerme unos análisis de sangre. Al oírlo se me callo el mundo, no hay cosa que me de mas asco, miedo y mal humor que el que me metan una aguja por el brazo.
Habíamos quedado al día siguiente para hacerme los análisis y me pase toda la noche pensando en ese atroz miedo que le tengo a las agujas desde que nací. Empecé a pensar en todas las cosas malas que me podrían pasar durante el análisis como: que la enfermera no acierte con la vena y se pase un buen rato intentándolo o que me diagnosticaran alguna enfermedad rara.
Después de pasar una de las peores noches que recuerdo llegue a la clínica espere a que me llamaran aún pensando en todas las penurias que me iban a suceder en cuanto entrara por esa puerta y finalmente llegó la hora era mi turno.
Entré en la sala disimulando lo mejor posible el miedo que tenía y me senté. La enfermera me pregunto que si estaba nervioso por la prueba y yo le dije que si y además mucho. Me dio el típico consejo de no mires pero yo no suelo hacer caso de ese tipo de cosas hasta que descubro lo por mi mismo. Pues resulta que en este caso no fue diferente y justo cuando la aguja entraba en mi piel y comenzaba la sangre salir miré.
Inocente de mi que del susto que me lleve casi saco la aguja a causa del espasmo que me dio en el momento.
Al llegar a casa reflexione sobre como había transcurrido el análisis y pensé que estaba siendo bastante irracional ya no solo por mi miedo incomprensible a las agujas sino por el echo de poner dificultades a la hora de intentar que me ayuden a curarme y también al ignorar los consejos que probablemente me ayudarán.